Cuando decidí tomar una tabla por primera vez, hace once años atrás me recuerdo que muchas veces me caí y llore, muchas veces me frustraba por que quería lograr mi objetivo pronto que era pararme y seguir la ola... ahora que tengo 21 años me doy cuenta que me encuentro en la misma situación del comienzo estoy sumergida en un mar no exactamente del mismo de siempre, si no que en un mar de lagrimas tratando de pararme y me frustró con facilidad, por querer lograr mi objetivo pronto, porque me encuentro inmersa en una realidad donde mi esfuerzo se ve reflejado en resultados futuros e inciertos, llena de inseguridad, e inestabilidad, la misma sensación que al entrar al mar, cuando tomas la tabla y no puedes pararte, te avergüenzas, te frustras, te llenas de inseguridad por los peligros que corres, y porque estas bajo el que dirán... pero observas el mar y la ola que se avecina y ya nada importa, es esa sensación de paz que busco, cada vez que puedo en mi vida, intentar escapar de la realidad, escapar de mis pensamientos que tanto me atormentan, escapar de la gente que me rodea, escapar muchas veces de una realidad mas bien solitaria, pero me arriesgo y ya nada importa, aveces solo quiero que me lleve la maldita ola, y la espero sobre todo en las mañanas, porque se que nadie me estará observando, ni estará para salvarme o criticarme, las olas son infinitas, pero cada una es distinta cada una es especial, cada ola te enseña algo distinto, se muestran frágiles desde un principio pero luego ahí están encima de uno, se imponen majestuosamente, que lo único que pides es mas segundos para observarla, para estar junto a ella, la vida es un mar, las olas, las personas que nos rodean, nosotros somos los surfistas que buscamos respuestas en una infinidad, yo busco arrancar, porque las respuestas aveces son predecibles al igual que las olas, pero muchas veces existen olas que son tan impredecibles, son tan brillantes, son tan malditas, que nos llevan a la desesperación, nos llevan al peligro, nos hacen sentir un grano de arena.
me siento la mayoría del tiempo así, un grano de arena surfeando en un mar totalmente descontrolado, con olas que sin duda son las que nunca pueden faltar son las que te mantienen para seguir adelante, e buscado olas que nunca debí haber conocido, tengo olas que an sido tan fugases, que las extraño, son únicas e irrepetibles las guardo en mi corazón porque lo único que pido es que vuelvan... aunque me ahogue, aunque no me pueda parar, lo único que pido es volver a sentirlas, volver a perder mi equilibrio con ellas.